Ni el Gobierno ni la Municipalidad estuvieron a la altura de las circunstancias a la hora de organizar el operativo de prensa para la visita de la Presidenta.
Desafortunadamente, el día de ayer, ni la Municipalidad ni el Gobierno estuvieron a la altura de las circunstancias a la hora de organizar el operativo de prensa para cubrir la histórica primera visita de la presidenta de la nación, Cristina Fernández de Kichner, a nuestra provincia.
En la gacetilla de ayer de la Dirección de Prensa, Ceremonial y Protocolo se dijo que la prensa “tendrá un lugar acondicionado para que pueda cubrir sin inconvenientes la jornada”. Desafortunadamente, eso no sucedió.
Para camarógrafos y fotógrafos se dispuso una tarima rectangular de pocos metros de largo. Lo lógico, para que se pudiera trabajar cómodamente, hubiera sido ubicar la tarima con el lado más largo hacia el escenario pero se hizo lo contrario, lo que provocó que la gente de medios trabajara apretada o directamente no tuviera una buena posición para trabajar correctamente.
Ante esa situación muchos colegas pudieron ubicarse con dificultad en el corralito entre el escenario y el resto del público. En un primer momento, dentro del corralito había funcionarios, militantes, niños y algunos periodistas. Pero minutos antes de la llegada de la Presidenta, el locutor pidió que se hiciera lugar en el corralito para 60 personas de la comitiva de Cristina. Por ende, un alto hombre con remera de Kolina empezó a echar a los periodistas del corralito. Algunos se fueron del lugar enojados, mientras que otros directamente no obedecieron. Pero al corralito nunca llegaron los funcionarios de la comitiva.
Por otra parte, hubo quejas porque la gran cantidad de banderas, no permitió buena visibilidad de la pantalla por parte del público. Otra queja, fue de un par de mujeres sobre empujones contra la valla que padecieron.
El acto en Juan Llerena
En materia de actos del Gobierno provincial, hemos vivido de todo. En algunos nos han tratado como reyes, mientras que en otros nos han dificultado sumamente nuestra tarea. El de ayer en Juan Llerena se ubica, cómodamente, en esta última categoría, si es que no se lleva el premio al acto peor organizado que La Gaceta ha cubierto en sus casi 3 años de existencia.
Ya de entrada, los problemas de organización fueron más que evidentes. Faltaban acreditaciones para algunos periodistas, mientras que para otros habían llegado a imprimir hasta 5 veces la misma credencial. Más tarde, este cronista se cruzó a un cincuentón morocho, con varios kilos de más y canoso que en nada se parecía a nuestro colega Pablo Oro, pero llevaba su credencial. Al parecer, la gente de la organización terminó entregando acreditaciones a cualquiera que pasara por ahí y dijera ser periodista sin hacer el más mínimo chequeo.
Desafortunadamente, al llegar a la carpa donde se iban a dar los discursos las cosas no hicieron más que empeorar. Para empezar, el calor era insoportable, ya que en vez de 500 personas, había 800. Entre esas 800 personas, a simple vista, parecían estar todos y cada uno de los ministros, jefes de programa y subprogramas del Ejecutivo provincial; a quienes se sumaron muchos diputados oficialistas, como Graciela Mazzarino, Natalia Zavala Chacur y los Alume, quienes tendrían que haber estado trabajando en la Legislatura. No faltaba ninguno y prácticamente no habían dejado lugar para varios funcionarios municipales e inclusive nacionales, como Amado Neme, director del PAMI en San Luis, y Gastón Témoli, del Anses, quienes tuvieron serios problemas para ingresar a la carpa.
A esto hay que sumarle que, después de las 12 del mediodía, le prohibieron a
toda la gente de la carpa retirarse de la misma, por lo que todos los periodistas presentes, al igual que varios funcionarios que, obligados, estaban allí desde las 9 de la mañana, llegaron a pasar hasta 6 horas consecutivas sin poder ir al baño, comer algo o inclusive tomar agua, ya que el Gobierno ni siquiera proveyó a los trabajadores de la prensa del líquido elemento.
Por su parte, dentro de esa carpa, la prensa tenía para trabajar un pasillo de 2 metros, como mucho, de ancho por 10 de largo. Al final del pasillo, había una tarima dispuesta de la misma manera que la del aeropuerto, con el lado más angosto enfocado hacía el escenario. Justamente fue en ese extremo de la tarima donde, eventualmente, el piso cedió y comenzó a hundirse lentamente, coronando así una organización realmente lamentable.
Ya de entrada, los problemas de organización fueron más que evidentes. Faltaban acreditaciones para algunos periodistas, mientras que para otros habían llegado a imprimir hasta 5 veces la misma credencial. Más tarde, este cronista se cruzó a un cincuentón obeso, morocho y entrado en canas que en nada se parecía a nuestro colega Pablo Oro, pero llevaba su credencial. Al parecer, la gente de la organización terminó entregando acreditaciones a cualquiera que pasara por ahí y dijera ser periodista.
Desafortunadamente, al llegar a la carpa donde se iban a dar los discursos las cosas no hicieron más que empeorar. Para empezar, el calor era insoportable, ya que en vez de 500 personas, había 800. Entre esas 800 personas, a simple vista, parecían estar todos y cada uno de los ministros, jefes de programa y subprogramas del Ejecutivo provincial; a quienes se sumaron muchos diputados oficialistas, como Graciela Mazzarino, Natalia Zavala Chacur y los Alume, que tendrían que haber estado trabajando en la Legislatura. No faltaba ninguno y prácticamente no habían dejado lugar para varios funcionarios municipales e inclusive nacionales, como Amado Neme, director del PAMI en San Luis, y Gastón Témoli, del Anses, quienes tuvieron serios problemas para ingresar a la carpa.
A esto hay que sumarle que, después de las 12 del mediodía, le prohibieron a toda la gente de la carpa retirarse de la misma, por lo que muchos de nosotros, y varios funcionarios que tuvieron que ir obligados a eso de las 9 de la mañana, llegamos a pasar hasta 6 horas consecutivas sin poder ir al baño, comer algo o inclusive tomar agua, ya que el Gobierno ni siquiera proveyó a los presentes del líquido elemento.
Por su parte, dentro de esa carpa, la prensa tenía para trabajar un pasillo de 2 metros, como mucho, de ancho por 10 de largo. Al final del pasillo, había una tarima dispuesta de la misma manera que la del aeropuerto, con el lado más angosto enfocado hacía el escenario. Justamente fue en ese extremo de la tarima donde, eventualmente, el piso cedió y comenzó a hundirse lentamente, coronando así una organización realmente lamentable.