[dropcap style=”square”]D[/dropcap]Desde la semana pasada, luego del fallo del jueves en contra de Diego Masci, muchísimo se ha hablado sobre lo que esto significa para el ejercicio del periodismo en San Luis. Sin darle mucha vuelta, un periodista amigo, que no pertenece a ningún sector político en particular, opinó que este fallo a los únicos que afecta es a los “mercenarios del periodismo”. Y en gran medida tiene razón, aunque creo que en vez de hablar de “periodismo mercenario” (que cambia de lado según el mejor postor), es mejor hablar de periodismo militante (que siempre está de un lado).
San Luis ha estado toda su historia presa del periodismo militante. Hoy en día, los dos medios gráficos de la provincia con mayor alcance, El Diario de la República y El Chorrillero, hacen periodismo militante. De hecho, el director periodístico de este último medio cumplió la misma función en el matutino de Rodríguez Saá años atrás. Por eso la forma de hacer periodismo es la misma. En un medio es “Poggi malo – Alberto bueno”, mientras que en el otro la línea editorial es “Poggi bueno – Alberto malo”.
Masci realiza periodismo militante y también se formó dentro del oficialismo provincial. Antes era oficialista, hoy es crítico y, si en un futuro Poggi vuelve a ser gobernador, Masci volverá a ser oficialista, o directamente funcionario del Gobierno, como lo fue de 2011 a 2015. Y el mismo cambio de roles se va a dar con el resto del periodismo militante. El Chorrillero va a pasar a hacer periodismo oficialista y jamás cuestionar una acción del Gobierno, mientras que El Diario de la República va a ser el principal medio opositor y, por ende, el paladín de la libertad de expresión.
En La Gaceta no nos gusta hacer esa clase de periodismo, y eso que es, por lejos, el que mayores dividendos económicos genera y más atención capta debido a los fanatismos políticos que reinan en nuestra sociedad. Los estudios apuntan a que la gente consume productos mediáticos que reafirman su forma de ver el mundo, no que la desafían. Un macrista no busca leer un artículo objetivo sobre los mejores aspectos de la gestión kirchnerista ni viceversa.
Nuestro estilo es otro. Un ejemplo de ello es la nota que publicamos la semana pasada sobre la política habitacional del Gobierno. “Según el informe que dio el pasado viernes la jefa de Gabinete, Natalia Zabala Chacur, 60.490 personas se inscribieron en los planes 2017. Casi 3 años después, el Gobierno tiene listas para entregar 1.112 casas, una cifra que alcanza solo al 1,8% del total de inscriptos”, publicamos en La Gaceta.
¿Le parece genial que el Estado puntano, durante la pandemia, entregue viviendas, algo que no está haciendo ningún otro gobierno? ¿Considera que es lamentable que haya 60.000 inscriptos y 3 años después solo se entreguen poco más de mil casas? ¿O quizás coincide con ambas posturas? Es cuestión suya, querido lector, y confiamos en que usted podrá sacar sus propias conclusiones.
San Luis está tan acostumbrada al periodismo militante que cuando en La Gaceta sale una nota crítica hacia el oficialismo, nunca falta alguien que nos deje un comentario de que somos un medio poggista. Después, cuando sale algo crítico hacia el poggismo (o favorable hacia el Gobierno), aparece el clásico comentario de que nos vendimos a Terrazas. En este contexto, no es extraño que Masci se haya convertido en el paladín de la libertad de expresión.
Pero lo cierto es que su sector político salió enormemente beneficiado con todo este proceso. La Justicia Provincial dio una imagen paupérrima y ha quedado en total evidencia como lo que es, un organismo totalmente sometido al Poder Ejecutivo. Y el oficialismo provincial ha quedado, especialmente ante los ojos del país, como un gran censor o perseguidor de periodistas opositores.
Y el poggismo consiguió todo esto gratis. Sin tener que invertir un peso, porque si bien está la multa de $90.000, la misma todavía no está firme y, como adelantó el abogado Ricardo Endeiza, defensor de Masci, el poggismo planea llegar hasta la última instancia con sus apelaciones. Y cada vez que pase por alguna de estas instancias, como la Cámara de Apelaciones, el Superior Tribunal de Justicia o hasta la Corte Suprema de la Nación, se va a reanudar todo este proceso y, nuevamente, la imagen de la Justicia provincial va a quedar por el piso y el Gobierno como perseguidor de periodistas opositores. Lo único que ha tenido que invertir el poggismo en todo este proceso son las horas de trabajo de Endeiza.
Inclusive gente a la que ni le interesan temas políticos como este algo se ha enterado. Porque la gran mayoría conoce el video de Spinuzza. Y ahora, ya sea por un medio local o nacional, se enteran de que condenaron al periodista que lo difundió.
En grupos periodísticos, han sido muchísimos los colegas que han dicho cosas como “Masci no es santo de mi devoción, pero este fallo nos puede afectar a todos”. Quizás sea así, quizás no. Porque si se llega a una instancia como la Corte Suprema, y esta falla a favor de Masci, va a quedar un precedente que podría ser de gran ayuda para el periodismo.
También hay colegas que, sarcásticamente, han planteado que si WhatsApp no es una red social, entonces no podemos publicar lo que fuentes oficiales publican en sus respectivos grupos de difusión. Personalmente, no creo que WhatsApp sea una red social. Para mi es una plataforma de mensajería. Los mensajes que por esta plataforma circulan pueden ser privados o públicos. La gran diferencia radica en que, en los grupos de difusión, uno recibe el contenido mediático “de manos” de su autor, o de alguien que representa a una institución, y, por el simple hecho de estar en el grupo, se tiene el permiso de difundirlo. Masci no recibió el video Spinuzza “de manos” de Spinuzza y menos aún tenía su permiso para publicarlo ni subirlo a YouTube, como lo hizo a través del seudónimo “Zoe Barnes”, el mismo que utiliza en ZBol y que está basado en la periodista de la serie “House of Cards” de Netflix.
Esto nos lleva a otro debate más que interesante, el cual gira en torno a lo que es de “interés público”. Creo que aquí la clave es saber diferenciar que algo que le interesa a mucho público no es necesariamente “de interés público”. Pongamos un ejemplo extremo: si consigo un video de un funcionario o funcionaria del Gobierno teniendo sexo con su pareja y lo publico, sin lugar a dudas esa nota sería lo más leído del año. Le va a interesar a muchísimo público, pero eso no significa que sea de interés público.
Y acá entra en juego la postura que cada persona tenga con respecto a la marihuana, una sustancia que tiene millones de detractores y millones de usuarios, pero solo muy pocos de estos últimos se animan a defenderla públicamente. La marihuana, hoy por hoy, sigue siendo ilegal en Argentina, pero hay fallos de la Corte Suprema que no penalizan el consumo personal. Además, la marihuana no es ilegal en Amsterdam, que es donde la exministra la consumió. Y seguramente, si Spinuzza hubiese estado solamente borracha, la repercusión habría sido otra.
Entonces, tal cual lo dijimos en 2018, es de la postura personal con respecto a la marihuana que se desprende si Spinuzza consumiéndola es un tema de interés público que amerite ser difundido o no. Un buen abogado te puede llegar a hacer creer que un ministro consumiendo una sustancia ilegal en otro país es un tema de interés público, mientras que un activista promarihuana te va a acusar de hipócrita y decirte que si fuera alcohol nadie haría tanto escándalo. Es un tema tan personal que parece imposible llegar a algún tipo de consenso. Y dentro de unos años, cuando la marihuana sea legal en Argentina, seguramente habrá una nueva perspectiva sobre el caso Spinuzza.
Volviendo al tema Masci, más que embate contra el periodismo o la libertad de expresión, en La Gaceta creemos firmemente que se trata de un embate político del Albertismo contra el Poggismo. El primer grupo ha querido direccionar este asunto político como un embate contra el derecho a la intimidad, dándole inclusive una veta de violencia política de género. Por su parte, el Poggismo lo llevó, con gran éxito, por el lado de un embate contra el periodismo y la libertad de expresión. Y en estos días, Diego Masci seguramente va a dar decenas de notas a medios porteños que desconocen completamente el escenario de la política local, llevando el discurso por el lado del ataque a la libertad de expresión.
Pero para nosotros, en La Gaceta, no es eso. Conociendo de primera mano el escenario político local, creemos que este juicio es solo un capítulo más de la pelea Poggi – Alberto Rodríguez Saá. Un capítulo en el que inclusive lograron que mucha gente que nunca había tomado partido por uno o el otro finalmente lo haga. Estamos en grupos de WhatsApp de periodistas independientes, donde hay integrantes, amigos, que se han peleado por este tema e inclusive se han ido.
La veta política de este asunto creemos que quedó clarísima con las respuestas que Masci y su abogado le dieron a nuestro colega Matías Bara, este jueves a la salida de Tribunales. Cuando Bara le preguntó a Masci si considera que este juicio fue un embate personal, laboral, profesional o político, la respuesta del periodista se enfocó en lo personal y dijo que hay “un embate a la prensa”.
“Desde el momento que no nos dan la información para trabajar, que te niegan a los funcionarios para hacer declaraciones, desde el momento en que no te dejan entrar a un acto público”, dijo Masci, a lo que el colega Matías Bara le señaló que “esto pasó siempre en San Luis” y que con el gobierno de Claudio Poggi, del cual Masci era partícipe, “también pasaba”.
“Está bien, podemos disentir. No hay ningún gobierno que pueda alegar que no haya cometido errores. Yo he cometido un montón de errores cuando estuve en los cargos públicos, no algunos, muchísimos, pero yo no creo que haya comparación con lo que está pasando hoy, donde un secretario de medios llama a algunos medios privados a decirles cuál es la agenda del día, a lo que puede haber pasado incluso en la anterior gobernación de Rodríguez Saá”, fue la respuesta de Masci a la repregunta del colega.
Luego, a Ricardo Endeiza, Bara le preguntó directamente si se trataba de una cuestión política, pero el abogado esquivó completamente la incómoda pregunta y apuntó contra Lilia Novillo, ministra del Superior Tribunal.
Ahora, nobleza obliga a aclarar que en La Gaceta jamás tuvimos problema alguno con Masci cuando él era funcionario y manejaba los destinos comunicacionales de la provincia. Todo lo contrario. Creo que la relación profesional fue excelente. Pero sí tuvimos “encontronazos” con figuras del poggismo que manejaban la pauta oficial, de la misma manera en que los hemos tenido con el actual oficialismo provincial, especialmente a partir de la derrota en las PASO de 2017, que fue el momento en que se dieron cuenta de que ya no podían ganar elecciones haciendo la plancha, como venía ocurriendo los últimos 15 años, y que El Diario de la República tenía cero impacto político.
A su vez, hay colegas que cuentan que sufrieron “sugerencias” que no les cayeron muy bien de parte de Masci cuando él era funcionario y les creemos. De la misma forma en que les creemos a los colegas que nos cuentan que hoy en día sufren este mismo tipo de “sugerencias” de parte de los funcionarios encargados de la política comunicacional del Gobierno. Al fin y al cabo, toda esta gente se formó periodísticamente en el mismo lugar. La única diferencia que hoy tienen es su líder político. Y esto es una pelea política.
Por lo que hemos sondeado en nuestros grupos de colegas periodistas, hay muchos que han tomado partido por un bando o por el otro, con motivos más que entendibles. Y el tema se ha debatido públicamente como blanco o negro. Pero también en estos grupos hemos encontrado que somos muchos los que pensamos que esto es solo un capítulo más de la pelea entre Poggi y Rodríguez Saá, que hay muchos grises y consecuencias que por el momento no están del todo claros, y que seguramente vamos a seguir debatiendo por muchos meses más.