Habla la puntana víctima del “gigoló” Javier Bazterrica

Violencia verbal, física y psicológica fue lo que predominó en la relación de Raquel y el “gigoló”, quien visitó San Luis para poder concretar una estafa y quedarse con el auto de la familia de la joven.

Antes de pasar a la entrevista, cabe aclarar que, para preservar la intimidad del hijo de Raquel, el apellido de la joven y del menor no ha sido incluido en la nota. De igual manera, Raquel proporcionó a nuestro medio gran cantidad de imágenes que verifican su historia, de las cuáles solo publicaremos aquellas en las que el mediático estafador puede verse en San Luis, más concretamente en Potrero de los Funes. 

La Gaceta: ¿Cómo y con qué nombre conociste a Javier Bazterrica?
Raquel:
Un año antes de conocernos personalmente veníamos hablando, hablando, hablando con el perfil de Máximo Mc. Fussx. Primero empezamos hablando por Facebook, nos hablamos y nos encontramos en un boliche donde el laburaba de bartender. Da la casualidad que él me decía que era socio del dueño. Eran un boliche de Palermo y yo estaba viviendo en Villa del Parque porque estaba estudiando.

En ese momento no tenía donde caerse muerto, entonces iba parasitándose en diferentes lugares.

LG: ¿En cuánto tiempo lo tuviste viviendo con vos?
Raquel:
Yo lo conocí en marzo y en junio ya iba y prácticamente vivía ahí en mi departamento, hasta octubre que quedé embarazada. El quería a toda costa irse a vivir antes, pero yo no, olvidate. Aparte yo no estaba nunca. Al principio lo veía los fines de semana o alguna noche en ese bar, pero después me dijo que le estaban arreglando el departamento y se instaló. Supuestamente laburaba. Como yo no estaba en todo el día porque trabajaba y estudiaba, ¿cómo sabía yo si era cierto lo que me decía? Supuestamente de día era contador y trabajaba en la bolsa.

LG: ¿Cómo te enterás de que en realidad se llama Javier Bazterrica?
Raquel:
Un día dejó unos papeles arriba de la mesa y decía “Bazterrica”. Lo veo y él me dice, “bueno, te tengo que explicar algo”. Me dijo que se había cambiado el nombre porque era de una familia conocida, pero que el nombre Máximo Mc. Fussx existía de verdad. Uno está enamorado y quiere creer, pero ahora me doy cuenta que era cualquiera.

LG: Aparte de esto, ¿cuáles fueron las primeras mentiras o contradicciones que empezaste a notar?
Raquel:
Cosas sobre su familia. Decía que no tenía familia, que no tenía hermanos, que solamente tenía la madre y que estaba muy enferma y que por eso no podía yo verla. Pero de repente hablaba con alguien por teléfono y no me cerraban algunas de las cosas que decía.

Al principio era todo color de rosas, re lindo y simpático. Era servicial, atento, te daba todo. Después reflotaba la locura de él, como por ejemplo cuando yo hacía cuestionamientos de por qué no conocía a su familia. Encima él quería formar una familia. Yo le digo, ¿cómo me proponés formar una familia si ni siquiera conozco a tu familia? Con eso eran los tirones e idas y vueltas. Al último digo “se acabó” y justo estaba embarazada.

Otro día cayó a casa con 80 mil pesos. Le pregunté, “¿de dónde la sacaste?”, pero no me podía responder nada claro. La tuvo un día y le dije que se le llevara. Entonces se fue con la plata. Ahí empecé a tener un poco de miedo porque no sabía de dónde venía esa plata. Podía ser de droga o de cualquier cosa. Y yo ahí ya estaba embarazada.

LG: ¿Y qué te dijo cuando le dijiste que estabas embarazada?
Raquel:
Reaccionó mal, me dijo que no era el momento, que las cosas estaban mal. Se dio vuelta todo y ya se quería ir de mi casa. Que cada uno sigua su vida por su lado y que él se iba a hacer cargo, supuestamente.

Pero a todo esto, nunca se fue. Yo lo eché. Tuvimos una discusión y me rompió todo el departamento. Se había ido por tres días y volvió re mal, borracho, y no se lo acepté. Y ahí fueron las
discusiones. Me agarró de los brazos, casi me pega una piña, que dio en la pared, pero iba para mi. Entonces me fui yo, porque si seguía ahí me iba a pegar o me mataba.

LG: ¿Y tus cosas?
Raquel:
Después de una semana, que le dije “yo no voy a volver si vos estás”, me manda un mensaje en que me dice que se fue, y yo voy y con un amigo cambiamos la cerradura. Y después el hijo de puta quiso volver. El portero lo vio, quiso entrar y no pudo entrar. Entonces se agarró mucha bronca y me amenazaba.

Por eso me volví a San Luis, porque el tipo me arruinó la existencia. No era el tipo que creí que era. Al final era un violento, que tomaba. Había días que no venía, pasaba 3 días y volvía borracho. Ahí debe haber estado con otras mujeres y drogándose además.

LG: Entonces, no fue una estafa sino el maltrato lo que te hizo terminar la relación él.
Raquel:
Sí, fue el maltrato. Mi caso fue más bien violencia de género. Me afanó tonteras, pero lo peor fue la agresión. Estaba todo el tiempo denigrándome como persona, diciéndome de todo.

LG: Porque a vos no te llega a hacer un robo o estafa importante, ¿no?
Raquel:
Me robó cosas de oro y unos dólares, que habrán sido como unos 4 mil pesos. Principalmente me quería sacar el auto de mi vieja. Esa era la idea de él. Y además siempre me decía que si conocía a alguien que tuviera plata, que se le diera que él la invertía en la bolsa.

LG: ¿Cambió mucho la relación cuando no te pudo sacar el auto?
Raquel:
Cambió la relación, cambió todo, pero siguió insistiendo con el tema del auto. Ahí empezó a salir mucho más y todo termina con lo que ya te conté.

LG: ¿Durante el embarazo lo volviste a ver?
Raquel:
Vino cuando tenía tres meses de embarazo y aprovechó para robarme unas cosas de oro que tenía. Quería arreglar las cosas, pero yo le dije que no. Se fue y durante el embarazo nos seguimos escribiendo. Yo no sabía nada de las estafas que hoy en día se saben. Y él me decía, “yo ya estoy con una vida nueva, así que por favor no me molestes. A mi hijo lo voy a querer, pero no me voy a hacer cargo”.

Y yo después ni le dije cuándo iba a tener al bebé, porque él me dijo que estaba con otra mujer y que estaba muy feliz.

Después me insistió y lo vio a los tres meses de nacido, en Buenos Aires. Y a los nueves meses también. Nos juntamos en un shopping. Yo entro a un local de ropa de bebé y él se queda afuera con el carrito. Demoro cinco segundos, salgo y habían desaparecido. Me fui desesperada hasta la casilla de seguridad para decirles que me habían sacado el niño. Encima él ya me venía diciendo por mensaje que me iba sacar la tenencia. Cuando estoy por hablar con uno de seguridad, viene y me dice, “te cagaste, ¿no? Te creíste que me lo iba a llevar”.

LG: ¿Cómo te enterás de qué había estafado a otras mujeres?
Raquel:
Justo en esos días de lo que pasó en el shopping, me entero de la chica de Rosario y ella me llama y me cuenta que la había estafado y que había estafado a 4 mujeres más. La de Rosario le agarró el iPhone y le copió todos los contactos a la computadora y llamó a una por una. Ahí nos pusimos a hablar y me contó todo. 

Yo después lo llamo y le cuento de lo que me enteré y él me dice que le habían hecho una cama. Y a partir de ahí, como él sabía que yo sabía la verdad, me empezó a amenazar cada vez más. Me decía que sabía donde vivía mi familia, que tuviera cuidado porque él conocía gente pesada. Esto ya fue lo último. Después terminé cambiando mi número de teléfono porque me amenazaba y me decía que me iba a quitar el bebé.

LG: Por teléfono te has contactado con varias mujeres que han sido sus víctimas. ¿Ellas qué te cuentan?
Raquel:
A las otras madres, de los hermanos de mi
hijo, las golpeó mucho. Muchas no quieren salir, declarar y denunciar porque él las amenaza.

Y hay muchas casadas o que están en medio de un divorcio, que si el marido se entera les va a decir “¿cómo metiste en la casa este tipo con tus hijos?”. De eso es, para mi, de lo que vive. Extorsionando a las minas casadas con las que ha estado.

Cerca del final, cuando ya estaba todo muy mal, fuimos a comer a un restaurante y comimos gratis. Yo no entendía por qué. Y me dice, “¿sabés por qué yo no pagué? Porque yo tengo una cuestión con la dueña de acá y el marido no puede saber nada”. Él se dedica a eso. Lo fuerte son las personas casadas que no pueden denunciar ni hacer algo.

LG: Viendo como a nivel nacional este tema prácticamente se ha convertido en un chiste, con mucho gente riéndose de cómo “con esa cara de boludo” conquistó a tantas mujeres, ¿vos que reflexión hacés?
Raquel:
Atrás de todo esto hay un psicópata. A las demás las estafó, pero a mi lo que me hizo fue una estafa moral, con violencia psicológica, violencia física y verbal. A mi me hacía siempre sentir la peor. Hoy en día, que tanto se habla de la violencia de género, con este tipo la Justicia no hace nada. Yo cuando quise hacer la denuncia en la policía no me la quisieron tomar porque no tenía pruebas. Por eso tuve que ir a un abogado para que haga una presentación.

Como Adriana Mendoza lo tomó como una estafa, quedó como que es un estafador, pero no es solo eso. Lo tomaron como algo humorístico y eso es lo que más me duele. Cuando esto explotó en los medios me quedé paralizada. Esta situación es una porquería. Yo no quiero que siga arruinando la vida de familias y de niños que crecen sin su papá. Pero bueno, por lo menos se le vio la cara y saben qué es lo que es. La que quiera estar con él, sabrá con quien se está metiendo.

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