Ex juez denuncia brutal paliza policial

Robledo había sido llamado por el Bujía, un mecánico dueño de un frondoso prontuario policial, quien temía por su vida. Al llegar ya había presencia policial, incluido el grupo COAR, pero estaban allí para impedir un linchamiento, ya que la denuncia contra el presunto violador todavía no había sido radicada. Robledo intentó hablar con el instructor del operativo, pero este no lo atendió.

El ex juez luego ingresó a la casa de Coria, quien ya había llamado a un amigo para que venga a buscarlo. En ese ínterin, la madre y la hermana de chica presuntamente abusada se dirigen a la Comisaría Sexta a radicar la correspondiente denuncia. De acuerdo a Robledo, a raíz de esto el “Bujía” acepta entregarse a la Policía.

“Yo voy en mi auto, me siento ahí, el amigo abre la puerta, hace marcha atrás, sale y le empiezan a tirar piedras. Avanza por la calle y los vecinos lo detienen, pensando que el Bujía iba escondido. En ese momento que están parando ese auto de Coria, se aproxima, en teoría, el instructor, y me dice que yo no podía mover mi auto del lugar porque está confiscado. Le digo, ‘vos estás loco. Soy abogado y estoy con un cliente, ¿mi auto por orden de quién está confiscado?’ La confiscación está prohibida por la Constitución Nacional”, relató Robledo.

“Entonces me dice, ‘vos no te vas a ir a ningún lado’, y con el dedo me empieza a empujar el pecho. Entonces le pegué una cachetada en el dedo, se lo saco y le digo, ‘¿qué te pasa, boludo?’ Entonces me dan un empujón, yo le doy uno a él y lo tiro para atrás. De ahí me pegó un piñón en la nariz, me la revienta. Ahí trastabillo y caigo. Se tira arriba mío en el pecho y me empieza a pegar. Yo tiro piñas para defenderme, pero ahí llegan 6 o 7 policías y, a partir de ahí, fui un bulto. Me pegaron en todas partes del cuerpo”, continuó el abogado.

“Yo tenía miedo a morirme. Fumo y tengo serios problemas respiratorios. Estaba boca abajo, con dos tipos arriba, con la rodilla en la espalada y no podía respirar. Les suplicaba que me dejaran respirar. Había uno que me pegaba en el culo, me habrá metido 20 patadas en el glúteo izquierdo. Otro que me mete una patada entre las bolas y el ano. Otro que se va por delante y me empieza a patear la cabeza”, describió el ex juez.

Finalizada esta paliza, a Robledo le pusieron unos precintos, lo subieron a una camioneta y lo llevaron a la Comisaría Sexta. Allí lo esperaba Carlos Villegas, el jefe, quien conoce a Robledo porque durante años fue jefe de la guardia del Poder Judicial. “Carlitos, feliz año. Vos sabrás por qué me traen acá”, le dijo el ex juez. Villegas ordenó que lleven a Robledo al médico policial. Tras la orden, al abogado lo condujeron por un garage, por el cual salieron al patio interno de la comisaría, donde se cruza al instructor del operativo que lo había golpeado.

“Y me dicen, ‘vamos a ir a la pieza’. Y en esa pieza te matan a golpes. Yo les suplico que no me sigan pegando. Todo el camino me fueron insultando. Entonces me tiro al piso con peso muerto y me empiezan a pegar con la mano que tenían libre y me dan un golpe muy fuerte en las costillas, que me produce un hematoma en el hígado”, relató el ex juez sobre la segunda paliza que recibió.

Una vez en “la pieza”, lo ponen de rodillas, pero en vez de golpearlo, le terminan cortando el precinto, lo sientan en una silla y le preguntan si necesitaba agua. Minutos después lo conducen al Policlínico de San Luis. Cuando estaba saliendo de la comisaría se encuentra con sus dos hijos, quienes lo estaban buscando desesperadamente, ya que, obviamente, Robledo no atendía su celular, el cual perdió durante la primera paliza. Sus hijos lo buscaron en la casa de Coria, donde efectivos del COAR “les dijeron que había interpelado a un oficial y que estaba detenido”.

Reflexionando sobre la situación, Robledo consideró que “es normal y habitual” que esto suceda. “La diferencia es que
ahora me pasó a mi y yo tengo la posibilidad de contarlo. Esto le ha pasado a mucha gente cliente mía”, dijo el abogado, quien habitualmente recomienda a sus clientes no denunciar apremios policiales, “porque los policías después terminaban apaleando a toda la familia”. A pesar de esto, el abogado confirmó que él va a radicar la denuncia correspondiente.

Finalmente, cabe destacar que, mientras Robledo era golpeado, “el Bujía” se terminó escapando y, al día de hoy, su paradero se desconoce. Otro elemento sobre el cual el abogado llamó la atención es que nunca se lo ingresó formalmente a la comisaría, por lo que su “visita” no quedó registrada en los libros.

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