La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo recibió el Honoris Causa de la UNSL y habló de todo, desde la relación con el Gobierno nacional hasta las claves para seguir luchando 34 años después, pasando por la carta de Alberto Rodríguez Saá a los militares.
Ayer a la tarde, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, recibió el prestigioso grado académico de Dra. Honoris Causa de la Universidad de San Luis. “A veces me pregunto si merezco tanta dedicación y reconocimiento porque soy una mujer que hace lo que debe y que además no estoy sola, somos las Abuelas, un grupo de mujeres que nos juntamos para afrontar esta historia que nos tocó vivir. Nada en soledad se puede hacer”, dijo de Carlotto, de 81 años, con una lucidez envidiable no a su edad, sino a cualquiera.
Con humildad, calidez y muchísima cancha, Estela habló con la prensa local sobre una gran cantidad de temas, como los grandes logros de Abuelas de Plaza de Mayo, el reconocimiento mundial, la relación con el Gobierno nacional, el silencio de los que todavía no quieren hablar de lo que pasó durante la dictadura, y las asignaturas pendientes de la Argentina en materia de derechos humanos.
Estos son algunos de los temas que se tocaron en la conferencia y las respuestas que Estela Barnes de Carlotto con elegancia ofreció:
¿Por que cree qué hay gente que todavía no entiende esta lucha?
Hemos tenido, desde 1930, dictaduras. Por la edad que tengo, digo que no tuvimos cultura democrática. No nos dieron los tiempos, ni nos dieron los medio de comunicación la información necesaria como para resistir y oponernos a cada dictadura. Yo me críe con eso. En estos 28 años que llevamos de democracia, que esperemos sea la eterna, estamos aprendiendo a ser democráticos.
Todavía hay miedos, protección porque se trata de un familiar o un vecino, y en los jóvenes que estamos buscando, el miedo a saber cuál es su verdad, a lo desconocido. Todo eso es abrir camino.
La estrecha relación con el Gobierno Nacional
El hecho de que nosotros estemos aplaudiendo una gestión que ha llevado a que caigan leyes como las de Obediencia Debida y Punto Final, o los indultos, para que se estén juzgando y condenando a los depredadores es parte de lo que nosotros aplaudimos, pero no quiere decir que estamos dentro del Gobierno, en el riñón, ni que tenemos poder de decisión. Con la Presidenta, no hay amistad, hay respeto por una gestión que creemos que está dejando las cosas en su lugar de una manera muy positiva.
¿Cuáles son las asignaturas pendientes de la Argentina en materia de Derechos Humanos?
Todo lo que se heredó de la dictadura, el todo vale. Falta todavía que todos tengan trabajo, un techo, que sus hijos vayan a la escuela, que coman en la casa, porque ha destruido estas prácticas la dictadura. Había pobreza cuando yo era chica, pero era digna. Papá, mamá y los niños estaban en la mesa, aunque sea con un puchero que había hecho la mamá. Ahora vemos a los chiquitos en la calle pidiendo.
¿Alguna vez le interesó participar o tener algún cargo político?
Primero, yo ya tengo mucho para hacer en Abuelas de Plaza de Mayo y no tengo tiempo para más. Segundo, que eso no lo se hacer. No hay que hacer uso de un beneficio de lo que no se sabe hacer, sería una estafa. Y tampoco me gusta.
¿Qué opina de Alberto Rodríguez Saá y su controversial carta a la Junta Militar, en la que denuncia personas y pide “castigos ejemplares”?
Las abuelas respetamos el voto de la gente. A esa persona la votó el pueblo, ¿o no? Yo, particularmente, acompañando a los organismos de derechos humanos de esta provincia, les diría, a todos, que obliguen
a que se pongan las cosas en su lugar. Muchas cosas todavía en esta provincia no están puestas en su lugar.
No tenemos trato (con Alberto Rodríguez Saá), no hay conexión. Sería casi falso saber que una persona que no se rectifica, no reconoce su error, tenga algún trato con los organismos de Derechos Humanos.
¿Qué se siente el haberse convertido en un símbolo mundial de la lucha por la paz y los Derechos Humanos?
El reconocimiento abruma porque también es una responsabilidad muy grande. Idealizan tanto, pero al final somos seres humanos. Se puede sobrellevar bien eso, siendo la misma persona, yo no soy otra Estela más que aquella, solo que tengo otro rol. Yo barro la vereda y me pongo ruleros.
¿Cómo son los caminos para encontrar a los nietos desaparecidos?
Cada vez que se hace algo público, fuerte y contundente, hace que se conmueva la sociedad y hay dos caminos entonces. La gente que sabe algo, porque al lado de la casa hay un policía que un día llegó con un bebito, si nos trae esa información, nosotros podemos seguir el caso. Y después están los chicos que van y despiertan esa duda con las ganas de venir a ver si son los nietos que estamos buscando. Muchos llegan y se van, piden turnos para ser atendidos y no van nunca. Cuando no vuelven y se quedan con esa duda terrible, el caso, inexorablemente, lo tenemos que presentar a la justicia y ahí sí concurren porque ya son adultos. Saben cuáles son sus obligaciones y sus derechos.
¿Cuál ha sido la clave para seguir adelante estos 34 años?
La clave es el amor enorme por nuestros hijos, el orgullo que sentimos por nuestros hijos, porque dieron la vida sabiendo que la iban a dar. Mi hija me lo dijo, ‘muchos vamos a morir mamá, pero no va a ser en vano’. Tenía menos de 20 años. Y la necesidad, por supuesto, de verdad y justicia. Parece mentira. Toda una vida ha pasado. Nos miramos y seguimos siendo tan distintas, pero hay algo en común, que es luchar por lo que uno cree que es justo y necesario hacer.