El primer papelón de Raúl Laborda Ibarra en el Concejo Deliberante

“¿Este viejo está chupado?”, se preguntó un colega que no lo conocía cuando lo vio ingresar al Concejo Deliberante.

“¿Este viejo está chupado?”, se preguntó un joven colega cuando Raúl Laborda Ibarra ingresó al Concejo Deliberante, hablando a los gritos, para prestar juramento como concejal de la ciudad de San Luis. Obviamente, el colega no conocía al extravagante locutor radial.

“Me voy a prender el saco”, vociferó Laborda Ibarra cuando se preparaba para jurar el cargo, ocasión que además aprovechó para quitarle el micrófono al presidente provisorio del Concejo, Carlos Rosso. “Sí, juro”, gritó al micrófono, aturdiendo a todos los presentes, antes de ponerse a saludar al público como si fuera una estrella de rock.

De todos modos, lo realmente lamentable del comportamiento de Laborda Ibarra no fueron sus gritos ni chascarrillos, sino que, en dos ocasiones, por estar distraído charlando con su par Roberto González Espíndola o insistiéndole, en vano, a la oposición municipal que le dejen la presidencia a su amigo, no supo qué se estaba votando ni a quién se había nominado para el cargo.

Como si eso fuera poco, Laborda Ibarra tampoco prestó atención cuando la presidenta del Concejo, Zulema Rodríguez Saá, pidió que nominara a dos concejales para la comisión de asuntos interiores y otros dos para la de exteriores, y terminó postulando a una persona para cada posición.

La jornada concluyó con el ruidoso concejal pidiendo, a los gritos, como no podía ser de otra manera, que se sesione tres veces por semana y no sola una. Más allá de que eso no estaría mal, como político seguramente sabía que era imposible que ese pedido fuera aprobado, por lo que fue rápidamente descartado como otro de sus desesperados intentos para llamar la atención.

Categorías: Noticias