“Ni el Estado ni los papás se hacen cargo de nada”, dijo Daniela, la madre del chico agredido.
Ayer por la mañana, Daniela Surroca describió a la prensa la situación de “bullying” que Agustín, su hijo, vive en la escuela Progreso y Sueños del cada vez más peligroso barrio 500 Viviendas. “Fue a tomar agua al bebedero de la escuela y un nene, sin motivos, vino y le tiró una patada voladora en la cintura. Eso hizo que se desestabilizara, cayera y tuviera varios golpes en la cabeza y la pierna”, contó Daniela.
A raíz de esto, el niño debió pasar 24 horas internado en el sanatorio Ramos Mejía, sometiéndose a todo tipo de exámenes para ver si estaba bien. Afortunadamente, por más que Agustín sufrió un gran daño psicológico, físicamente está bien.
“El tema es que la agresión ya es constante. Es la tercera vez que pasa después de las vacaciones y tienen solo 12 años, son criaturas. Me parece una falta de responsabilidad tanto a nivel estado como los papás. Mi hijo lo único que hace es estudiar, no es un niño que ande peleando ni nada por el estilo. Porque estudies y quieras progresar un poquito más te tenés bancar que otra persona venga y te pegue”, comentó Daniela.
La mamá de Agustín luego mantuvo reuniones con directivos del colegio y una coordinadora del Ministerio de Educación, donde se acordó la suspensión del pequeño agresor. De igual manera, no cree que esto vaya a traer aparejado ningún cambio en su comportamiento, ya que en vez de ir a la escuela, el niño seguramente pasará esos días en la calle, como lo hacen cientos de otros chicos en el barrio 500 Viviendas.
“Entregaron las 500 viviendas, largaron una escuela, pusieron el personal y arreglátela como puedas. Es el Estado el que se tiene que hacer cargo de que son viviendas donde hay muchos niños. En una casa no puede ser que vivan 8 o 10 personas, porque son chicas. Entonces, a la mañana los visten y los largan afuera. Arreglate como puedas, si es que te llaman al mediodía a comer. En la escuela les dan el desayuno y el almuerzo y salen a las 4 de la tarde, pero después los niños quedan a la deriva. Ni el Estado ni los papás se hacen cargo de nada”, opinó Daniela, haciendo una precisa descripción de lo que se vive en el ese barrio, donde el Gobierno entregó casas de 55 metros cuadrados a familias muy numerosas.
“Vino corriendo, saltó y me pegó una patada en la cintura. Yo cerré los ojos y me pegué en el brazo, la cabeza, el tobillo y en la pierna. Después de que pasó eso, me dijo que más vale que no diga nada porque lo iban a suspender y él me iba a volver a pegar”, contó Agustín, quien a pesar de las agresiones no le tiene miedo al “bully” que lo atacó, animándose a dar la cara ante la prensa local.
“De los varones de 6to grado somos 4 los que estudiamos y nos agarran a nosotros 4 y nos buscan pelea. Pero no quiero que lo sancionen, porque si lo suspenden va a andar todo el día en la calle molestando. Que se quede en la escuela, pero que no moleste tanto”, concluyó Agustín, quien, más allá de su valentía, contó que se quieren cambiar de escuela.